Ellas son mi puente, mi afluente, mi oleaje.
Venga a nos el Reino de lo Incierto.
Mantén en vilo mis verdades,
concebidas, muertas y sepultadas
en los telares del olvido. Llévame
por las arenas movedizas,
dame a comer el pan de la derrota,
a beber el agua del silencio,
no hay timos ni trucajes:
estoy herido y soy mi camillero.
Sean las certezas palacios de nieve
a los que alguien asedia con el fuego.
Señor de la duda, si existieras,
escucha la oración del descreído.
J.M. Roca
1 comentario:
qué conmovedora oración, y a la vez terrible... estoy herido y soy mi camillero, ufff...
a ver si la semana entrante nos tomamos un cafecito, va? en el mientras un abrazo...
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