martes, 27 de mayo de 2008

Zaideando

Temblor

Los árboles se volvieron fresnos
y aquello umbrío verdinegro
mi sinceridad.
¿Tembló? ¿Temblé?
¿Fue un abismo de dalias o un abismo
sobre el cual la ciudad se mecía en sus chinampas?
¡Y todo por creer en el fin del mundo!
La gratitud se me subió a la cabeza.
Estaba tan borracho cuando el ángel llegó
que lo eché a perder todo
porque yo quería ver.